“La mirada” siempre se ciñe a un prisma cargado de subjetividad sobre lo qué nos parece y lo qué no nos parece bello, sobre aquello que se impregna y se graba en la memoria…de lo bueno y lo malo.
Desde que tengo recuerdo siempre sentí fascinación y curiosidad por escudriñar a detalle todo mi entorno -al menos con la vista-, también a guardar cientos de esos pequeños fragmentos de imagen como si se tratara un desordenado neceser de hilos – como el que mi madre guardaba en un buró-… hilos a través de los cuales se entretejieron a modo de prosa esos fragmentos con mis historias personales.
Con el tiempo uno va observando de forma distinta, pero para mi siempre se ha tratado sobre lo primero que me “seduce la mirada”, aquellos detalles que logro percibir, aquellos que me hacen pensar en cómo podrían materializarse en una imagen mental -como una fotografía que se puede almacenar- sobre lo qué me dice y cómo me lo dice, aunque a veces se muestre casi de manera imperceptible, pero que se mezlca a medida perfecta en el pasiaje…un flujo de texturas que remiten a una sensación tactil a través de lo observado, las texturas de la vida y de todos sus componentes.
GA
Bitacora en Film
Ilford HP5 – Proimage 100









